Sempre endavant

Sempre endavant
Sempre la mirada amuny

diumenge, 22 d’octubre del 2017

Joan Marcer Soler, 1r màrtir albinyanenc beatificat


Juan Mercer Soler


Nació el 14 de octubre de 1874 en  Albiñana (Tarragona)
Profesó el 15 de septiembre de 1895
Sacerdote el 19 de diciembre de 1903
Fusilado el 25 de julio de 1936 en Sallent

El P. Juan nació el 14 de octubre de 1874 en  Albiñana (Tarragona) y fue bautizado solemnemente al día siguiente en la iglesia parroquial de San Bartolomé de la diócesis de Barcelona. Fue confirmado el 30 de julio de 1879 por el Exc.mo José María de Urquinaona, Obispo de Barcelona.
Sus padres fueron D. Antonio Mercer, labrador, y Dª Antonia Soler, dedicada a las labores de casa y tuvieron familia numerosa. A sus hijos les dieron una educación cristiana tal como se acostumbraba en aquella época.
Ingresó en el Seminario conciliar de Barcelona en 1889 donde cursó el año de preparación y el primero de Humanidades.
Entró en la Congregación en agosto de 1891 en el Seminario claretiano de Barbastro para cursar los tres años de Humanidades que le faltaban. Las calificaciones académicas obtenidas fueron buenas y sobresalientes en conducta y aplicación.
Pasó a Cervera para hacer el noviciado. Tomó el hábito e inició el noviciado el 14 de septiembre de 1894 bajo la dirección del P. Antonio Sánchez del Val y profesó el 15 de septiembre del año siguiente.
A continuación realizó los estudios filosóficos en el mismo centro. El 11 de noviembre de 1895 recibió la primera tonsura de manos del Exc.mo D. Ramón Riu Administrador apostólico de Solsona.
En el  verano de 1898 pasó a Santo Domingo de la Calzada para estudiar  la teología dogmática y la teología moral. Sus cualidades intelectuales eran normales mientras su conducta y aplicación eran sobresalientes. En octubre de 1899 recibió las cuatro órdenes menores de manos del Exc.mo Victoriano Guisasola y Menéndez, Obispo de Osma. También en la Calzada recibió el subdiaconado en julio  y el diaconado en septiembre del 1903 de manos del Exc.mo Gregorio Mª Aguirre, Arzobispo de Burgos y Administrador apostólico de Calahorra. El 19 de diciembre de 1903 fue ordenado sacerdote en Burgos por el Arzobispo de la diócesis antes mencionado.
De acuerdo con su preparación los Superiores lo destinaron a las casas donde la ocupación principal era el ministerio apostólico directo. Así fue enviado a la Selva del Campo, Cervera, Vich, Sabadell, Lérida, Berga y Sallent. Donde más tiempo estuvo fue en la Selva del Campo. Estando en Vich, 1908, escribía a su hermana Dolores: «y dentro de poco, según fundados presentimientos, podrá suceder muy bien que la obediencia me enviara a tierras muy lejanas»[1]. Pero no hubo tal destino a América. En este tiempo tuvo frecuente comunicación epistolar con su hermana Dolores orientándola sobre su posible entrada en Religión. De Vich pasó a Sabadell en 1909 con el cargo de Ministro o ecónomo. En todas las comunidades se dedicó al ministerio de la predicación en sus diversas formas y al confesionario. En Berga desempeñó el cargo de Ministro. A Sallent, su último destino, fue trasladado en los cambios de 1934. Allí le sorprendió el estallido revolucionario.
El P. Mercer era un religioso ejemplar, observante de las santas Constituciones. Obediente a los superiores y siempre dispuesto a cumplir la voluntad de Dios. Era sencillo.

Martirio
El P. Mercer tenía suma confianza en la Providencia que le había librado de muchos peligros tal como escribía el 27 de junio de 1936. Seguía pensando en su protección.
El día 20 de julio por la tarde, junto con el H. Mur abandonó la casa misión de Sallent y se refugiaron en la calle Salmerón, donde permanecieron hasta el día 24 por la tarde. Entonces, para evitar problemas a la familia que  los hospedaba, salieron de la casa donde estaban escondidos para huir de Sallent, pero en la calle fueron reconocidos por los rojos, que con gran alborozo gritaban ¡Curas! ¡Curas! Formóse un grupo numeroso que los insultaba, golpeándolos despiadadamente. Al poco llegó una patrulla de revolucionarios que los llevó detenidos al ayuntamiento, donde encontraron al P. Payás. Poco después llevaron también el H. Binefa. Allí fueron sometidos a interrogatorio. Todos declararon que eran religiosos Misioneros del Corazón de María. Esta declaración les valió la sentencia a muerte, que oyeron con resignación y aceptaron con valor.
Oída la sentencia de muerte el P. Payás se dirigió a los del Comité pidiéndoles que, sobre todo en Sallent, nadie padeciera por causa de ellos, especialmente las familias que los habían tenido alojados.
Aquella misma noche del 25 de julio de 1936 se los llevaron a la explanada del cementerio para fusilarlos. Cuando estaban en fila, el P. Payás dijo:
Quiero bendeciros antes de morir y al levantar el brazo sonó la descarga de los asesinos que le impidió concluir. Los cuatro fueron enterrados en una fosa común del cementerio de Sallent. El enterrador, Sr. Pedro Miralda Torruella,  tuvo la previsión de apuntar en una libreta el orden de colocación y los datos personales de cada uno para que pudieran facilitar la identificación y la precaución de no enterrar a otros en la misma fosa sobre los misioneros.